Ella volvió a sacarse el abrigo del alma
Aquel abrigo que la estuvo sosteniendo toda la semana
Aquel abrigo que la protegió para que no cayera en la intemperie
Y al mismo tiempo aquel abrigo que la curó
Se dirigió al lugar de todos los jueves
Esta vez, la sala era diferente
Los tonos eran verdes y no habían pinturas en las paredes
La sala parecía mas acogedora y ella solo desnudó su alma
Quitándose todo el abrigo posible y desafiando una conversación
Las palabras comenzaron a fluir, las interrogantes a cerrarse
Y siguió una sola línea sin trabarse, derribó sus guantes de invierno
Se quito el gorro de lana que cubría cada pedazo de su corazón
Y decidió deshacerse de todo el dolor que le estuvo consumiendo todo el fin de semana
Habló, analizó, contó, en algunas ocasiones no paraba de hablar
El personaje que estaba al frente suyo le desafió con un par de miradas
Mantuvo la conversación, tan certera, tan fugaz y tan veloz
Y contuvo una postura neutra y sorprendente
Ella finalmente le dio un cierre, un final, un punto y coma
Entendió la fortaleza de su decisión y la consecuencia probablemente venidera
Apenas parpadeó y escuchó un análisis profundo
Más no sintió aquel nudo en la garganta ni la dificultad al respirar
Pues se había deshecho de todo el silencio en un solo instante
Y las palabras de corazón recorrían toda la sala
Como si fuera un río venidero, ruidoso y pasajero
Finalmente lo entendió, lo aceptó y lo asimiló
La decisión, la fuerza de sus principios
Y entonces recorrió toda aquella calle oscura
Y entonces el frío no se sintió como la primera vez
La luna y las estrellas la acompañaban, no estaba sola
Se encontraba ella en compañía de si misma
Respirando aliviante y liberadora de su propio ser
Y dispuesta a sonreír al viento y a la vida misma
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