Los sueños de Rosario eran distintos
Ya no palpitaba al despertar casi perpleja,
Ya las pesadillas no invadían su interior,
Sus sueños le causaban quietud,
Y entre otras cosas, sosiego
Y sin embargo temía ante ciertos sucesos,
Ante ciertos misterios,
Ante ciertos aciertos
Y aún así, esto no hundía a Rosario
De sus sueños y pensamientos,
De sus mares y sacrilegios...
La mantenían alerta, pensante,
Devota ante su esencia pura,
Y al mismo tiempo,
Ante su espanto y verdad...
En sus amaneceres la lluvia se hacía corta,
La luz constante y extensa,
Y la miel junto al sol en perjurio
Las páginas quedaron blancas desde entonces,
Sin ton ni son para escribir,
Sin llagas ni heridas de ayer,
O redacciones futuras
No existen razones de desdén,
Ni cantos de historias fungidas,
Para Rosario existe el hoy,
El hasta luego y el adiós,
El grito de quietud y temblor,
La migaja de nostalgia de ese amor,
Y un poco de rocío y sensación
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