Los vidrios no merecían un perdón
Estaban intensos, tiesos y parcialmente derrumbados
Inquietamente apunto de caer,
Apunto de ser polvo,
Apunto de no volverse a unir más
Y ella asomo su dulce mirada,
En aquella tarde muerta,
En aquel sentido figurado,
En aquel vidrio que se desplazó
Para proclamar un rayo de esperanza,
Para olvidar ese desdén,
Para emitir un asomo,
O para tantear una visión
Sea lo que fuera,
El vidrio no se terminó de quebrar,
Ni el reloj se volvió a derrumbar,
Pasaron las horas, los segundos y los minutos
Como sanciones de venganza,
Como espacios no correspondidos,
Como vacaciones eternas
Y ni un solo regreso feliz
Y así permaneció ella,
Titubeando,
Desafiando,
Y cuestionando a la vida
Aquella que observaba desde muy adentro
Y no la podía ver completamente hacia afuera
Aquella que es hechicera,
Y muchas veces traicionera.
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